Pos me contaron en una ocasión que había una vez una moza que se enamoró de un mozu muy trabajador, pero muy pobre.
Ella se llamaba Lucía y él Miguel. La moza tenía güena hacienda y además era muy guapa.
Los sus padres vieron con malos ojos aquel noviazgu porque el cortejador era pobre y prohibieron a Lucía que parlaba con él. Pero con este mal mirar echaron más leña al fuego, como suel decirse, y los mozos se querían con más juerza que antes y se veían toas tardes cuando cuando Lucía iba a la fuente.
Un día los vio el padre de la moza y golvió a prohibirla que hablara con el muchachu. Entonces diz que había unas anjanas malas que se guarecían en las cuevas. Como Lucía no hacía casu de las palabras de su padre, la cogió un día del brazu y la llevó a la cueva de una anjana mala pa´que la encantara y la tuviera allí hasta que se le pasara el enamoramientu.
Cuando el padre llamó con un palu en una piedra ennegrecía que estaba a la entrá de la cueva. salió la brujona vestía con mantu negru adornau de sapos volanderos. La cara la tenía muy descoloría y la nariz muy larga y muy pindia, como la del milanu. El padre descariñau la dijo lo que quería que hiciera con la moza, pero antes de separarse de ella, la hizo estas preguntas:
- ¿ Te arrepientes de haberme desobedecíu?
- ¡No me arrepiento! Yo siempre le he queríu.
-¡ Me das tu palabra de no volverle a dar conservación!
- ¡No puedo hacer lo que no dice mi corazón!
- Pos entonces aquí te quedarás encantá y serás maldecía.
- Me quedaré encantá y puede que sea maldecía.
Entonces la anjana mala hizo una cruz en suelu con una picaya retorcía y negra que tenía en la mano izquierda. Después pisó la cruz con el pie izquierdu y mirando a la moza a los ojos la dijo estas palabras:
- El que contigo se quiera casar,
tres besos te ha de dar,
el primeru en el pulgar,
el segundo en el calcañar
y el terceru encima del espaldar.
La brujona cogió a la moza y la metió en la cueva.
Miguel estaba desconsolau aquella noche. Creía que a Lucíala habían cerrau en casa y que no la dejaban salir ni a la juente. Estuvo toa la noche rondando la casa y al amanecer se le apareció una anjana de las güenas y le dijo estas palabras:
- El su padre la llevó
y una bruja la encantó
y tres besos la tienes que dar,
si la quieres desencantar;
El primeru en el pulgar,
el segundu en el calcañar
y el terceru encima del espaldar.
A la cueva del Dueso irás
y de allí la sacarás.
Después que dijo esto le dio una ramuca de fresnu y golgió a decirle:
- Con esta rama darás
en la piedra del entrar
y cuatro cruces harás
y después las besarás.
El mozu dio las gracias a la anjana güena y aquella misma noche escondió la rama de fresnu debajo de la blusa y se jue anda que te anda.
Cuando iba por el caminu alcontró a una vieja muy pobre, y cuando pasaba le dijo:
- El puente se cayó
y por pocas me ahogo yo.
Y el mozu la contestó:
- Por el ríu pasaré
y con ella le rebasaré
La vieja golgió a decirle:
- Cuatro lobos alcontré.
Y el mozu la respondió:
- Cuatro lobos mataré.
La vieja golgió a decirle:
- Anda que andarás
a la cueva no llegarás.
El mozu golgió a responder a la pobre:
- Anda que te andaré
a la cueva llegaré.
Con esta rama llamaré
y cuatro cruces besaré.
La vieja dio un una bufíu como un gatu que se quema y desapareció convertía en un murciélagu muy grande que iba diciendo por el aire:
- Anda que te andarás
con ella no te casarás.
Era la bruja de la cueva que se había convertíu en pobre pa´ decirle aquellas mentiras y hacer que se golgiera por el miedu.
Más allá encontró a una moza mu´guapa, vestía de seda. Cuando pasaba por su lao le dijo como haciéndole muchas zalamerías:
- Tengo riquezas y ganas de enamorar.
Gustaríame un mozu que supiera trabajar y de mi hermana cuidar.
Y el mozu respondió:
- Yo estoy enamorau
y no la cambiaré.
Ni por rica ni por guapa
a Lucía dejaré.
La moza empezó a hacerle más zalamerías, pero el mozu cerró los ojos pa´no ver la guapura y el luju de la muchacha y siguió andando. La moza dio otro bufíu y golgió a convertirse en murciélagu. También era la bruja que quería enamorarle.
Siguió andando y al subir por un prau le vio lleno de monedas de plata y de oru. Se agachó y cogió una to´asustao por aquella riqueza que tenía delante de sus ojos.
Después cogió otra y por fin llenó todos los bolsillus, pero todavía había muchas monedas en el prau. Se quitó la blusa y la puso como una talega y la lleno de oru y de plata. Y todavía había más riqueza en el prau. Cargo con la blusa y corriendo como una liebre se golgió a su casa y escondió las monedas en un arca muy grande. Cogió un sacu y golgió al prau. Golgió a llenarlo y sudando de cansanciu jue otra vez a casa y así estuvo hasta el mediudía.
El egoísmu le quito el sentiu del cariñu. A la otra noche golió a la cueva y se encontró con más monedas en el prau. Las cogió y las llevó a su casa.
Así pasaron muchas noches, y al cabu de un tiempo no golgió a acordarse de la pobre Lucía. Compró muchas tierras y muchos praus, y cuando abrió el arca pa´pagar se encontró con que las monedas se habían convertíu en ceniza. Desesperau se jue al pueblu y no se golgió a saber más de él.
Relato sacado del libro "MITOS Y LEYENDAS DE CANTABRIA" Escrito por Manuel Llano.